jueves, 28 de octubre de 2010

Amor No Correspondido


He hecho demasiado de pensar. Le pedí que eligiera, eligió a su esposa… ahora se está divorciando y no paró de llamarme… me preguntaron si se estaba separando por mí… yo no lo sé. Yo no quiero que se separe por mí… ya no. La oportunidad pasó hace tiempo y ya no hay marcha atrás… el amor, si es que una vez hubo se acabó… quedó la amistad y eso debería haber quedado así desde el principio… ¿Cómo fui a fregarla tanto? No lo sé.

Lo peor es saber de que con él no voy a llegar a nada. Por mucho que él me quiera, yo no lo amo… nunca lo he amado y él lo sabe. Le dije que no se enrollara… lo hizo igual. Lo peor es saber que lo tengo a él… digamos por un lado… tengo algo concreto, tangible, real… pero sueño con otra persona… deseo a otra persona que sé jamás me corresponderá y que a pesar de los años no puedo quitarme de la cabeza… y es mujer… otro plus.

Quiero sentir por él lo que siento por ella y no hay caso. No puedo. Sé que estoy forzando sentimientos que no debo forzar y eso me da mucha lata. Me da lata porque sé lo que él quiere y yo no voy a darle lo que quiere…

El amor es un asco…. Y el karma del amor es una perra…. A veces me gustaría dejar de sentir para no sentirme como me siento. Detesto lastimar a las personas con malas decisiones porque no me gustaría que me hicieran lo mismo….

Puedo celebrar el amor de otros, pero no el mío…. Me hice la promesa de no enamorarme de nadie nunca más y la rompí…. Y lo peor es que no sirvió de nada.

Debería sentirme bien al saber que alguien me quiere lo suficiente para dejar a la persona con la que está de lado, pero no puedo sentirme así… me siento un poco mal al saber que quizás lo hizo para estar conmigo de nuevo y yo no le voy a corresponder… por eso espero que no sea por mí y sea por alguien más….

Porque mi vida ha sido demasiado caótica para tener este nuevo atado.

lunes, 28 de junio de 2010

Prisionera


Sólo fue esa vez. Y tengo que contártelo tú lo sabes. Por esa única razón es que te escribo esta carta. Después de nuestra pelea necesitabas saberlo todo. Desde esa vez que te vi, hasta el principio de mi calvario… que por fortuna ya se terminó… o eso es lo que quiero creer.

Necesitas saber cosas de mí que tal vez te alejen de mi lado… son cosas horribles y dolorosas que me he guardado desde siempre, o al menos desde que mi madre nos abandonó a mi padre y a mi, hace trece años…

Te preguntarás el motivo de su partida supongo… mi respuesta escueta es que ya no soportaba más ser madre y esposa. Ella era un espíritu libre que amaba la vida desordenada, que le gustaba ir a fiestas en vez cuidarme a mi cuando aún era un bebé… no le gustaban los compromisos, por eso nunca se casó con mi padre. A menudo se le olvidaban cosas tan simples como darme de comer o cambiarme el pañal… esas cosas siempre las hacía mi abuelita, así que al final mi madre terminó siendo ella. Quizás por ese motivo es por el que yo no me he “descarriado”. Por ese motivo decidí ser una persona centrada, responsable y educada.

También es el motivo por el cual pareciera tener más años de los que realmente tengo y me sienta mucho más vieja, no lo sé…

Lo que sí sé es que no quería terminar como ella, y lo logré.

O al menos una parte de aquello.

Porque en cuando al estudio, sólo llegué hasta cuarto medio. Y no porque no me gustara estudiar o fuese floja… mi cabeza estaba bien puesta sobre mis hombros y tenía muchos sueños. Sueños que truncaron vilmente, sueños que se derrumbaron el día que mi abuelita se murió…

Ese día, o al menos la semana siguiente a ese día comenzó mi calvario.

No puedes imaginártelo bebé… sé que tu has vivido la muerte de tu mamá, como yo la de mi abuelita, pero con la diferencia de que a pesar de todo lo que me has contado sobre tu soledad, eres libre.

Yo no tengo tu suerte. Tú al menos puedes elegir quedarte encerrada por unos días y después puedes salir a donde quieras… yo no puedo hacer eso cariño. Yo vivo constantemente encerrada entre cuatro paredes, sirviendo al carcelero que es, aunque no lo creas, mi propio padre.

Creerás que esto parece de la Edad Medieval mi niña, pero yo lo vivo todos los días… yo dejé hace algunos de ser su hija, y terminé pasando a ser literalmente su esclava. Y en todos los sentidos. Doméstica, y aunque me cueste aceptarlo también sexual…

No te culpo si después de enterarte de esto, tú me abandones… es normal que lo hagas, no creo que quieras compartirme con mi padre… ya lo han hecho otras antes que tú.

Esto empezó cuando tenía dieciséis años. Mi abuelita había muerto sólo una semana antes, así que yo había caído en una horrible depresión. Nada me animaba, me la pasaba llorando casi todas las noches abrazada al retrato de mi nana… a veces hasta tenía pesadillas horribles de las que me despertaba llorando y llamándola…

Fue en una de esas noches en las que todo empezó. Recuerdo haber vuelto a soñar con mi abuelita esa noche por lo que como era costumbre había despertado gritando y llorando. Mis gritos despertaron a mi padre que furioso, llegó a mi dormitorio gritando que me callara.

Recuerdo haberle pedido disculpas, pero le dije que no podía hacerlo porque la pesadilla me había dejado muy nerviosa. Por esa misma razón yo me acerqué a él y quise abrazarlo, buscaba que él me consolara, porque desde la muerte de mi abuelita, se había vuelto muy distante y frío. No me deseaba las buenas noches como antes, ni me preguntaba cómo estaba. Desde ese día sólo se dedicaba a mandarme. Tenía que hacerle todo. Cocinaba, lavaba, planchaba, limpiaba… todos los días casi sin descanso… además de eso tenía que estudiar y hacer mis cosas.

Todo en la casa había comenzado hacer casi como en un regimiento militar.

A las seis de la mañana ya tenía que estar lista para ir al liceo, pero antes tenía que preparar el desayuno de él, luego el almuerzo del día, y después de hacer todo eso, recién podía desayunar. Así que me levantaba todos los días a las cinco de la mañana. Luego me iba a dejar al liceo, y las dos y media de la tarde me iba a buscar. No me dejaba que me quedara con nadie, tampoco podía visitar a mis amigos, por lo que ya había dejado de tenerlos, nadie quería enfrentarse a mi padre, porque decían que les daba miedo su carácter tan irritable y hosco. Cada vez que yo le pedía permiso para salir con alguien, casi siempre eran amigas, él me respondía con un NO rotundo, y si yo insistía, una fuerte bofetada… había aprendido rápidamente a no insistir, porque cada vez que lo hacía recibía un golpe. Golpes a los que terminé por acostumbrarme… pero de eso te hablo luego, es demasiado deprimente y no quiero perder el hilo.

Otra de las cosas a las que me acostumbré, fue la de comer en la cocina. Mientras él lo hacía en el comedor. La primera y última vez que me senté junto al él en el comedor, no duré ni cinco minutos. Yo había terminado de servirle un plato de sopa, y había vuelto con el mío, cuando al sentarme para comer, él me ordena con voz hosca que me vaya.

- ¡Tú te vas a comer a la cocina! – me ordenó enojado – Desde hoy en adelante ese SIEMPRE será tu lugar, ¿Está claro?

- ¿Puedo saber por qué no quieres que coma contigo papá? – le pregunté angustiada, e intentando permanecer lo más tranquila posible-.

- Porque yo no te quiero tener cerca – fue su escueta respuesta – además tienes cosas que hacer y detesto que te atrases, ahora vete.

A duras penas llegue a la cocina, llegué al lavaplatos y abrí el grifo dejando correr el agua. Sólo así pude llorar… aunque no lo hice fuerte, porque decidí hacerlo cuando él no estuviera.

Desde ese día ya no vi más a aquél hombre como mi padre, sino como mi dueño, o una especie amo… él siempre que compraba cosas, las mejores se las dejaba para si mismo, y el resto, era para mi… supongo que por ese lado debo tener algo de suerte porque al menos no me dejó morir de inanición… al menos eso pensaba antes, después lo supe porque no quería que me enfermara y luego tener que llevarme al hospital.

Ah y eso es cuento aparte. Pero volviendo a la parte de mi pesadilla, yo había esa noche intentado acercarme un poco a ese hombre que a pesar de todo, yo aún seguía queriendo… sí amiga mía, soy de las masoquistas, no puedo evitarlo. Por esa razón si tú algún día me llegases a lastimar de esa manera, aún te seguiría queriendo. Pero no te preocupes cariño, sé que no eres capaz de eso… confío plena y ciegamente en tu amor, porque me lo has demostrado siempre.

Cuando me acerqué a mi padre para abrazarlo, él me aferró fuertemente de ambos brazos y me exigió que no me le acercara.

- Nunca más vuelvas a tocarme – me advirtió con rudeza – Yo no quiero que me toques, no quiero que hables si yo no te lo permito antes. Tampoco quiero que me hables si no es de algo referente a la casa, o a cualquier otra cosa importante. Tampoco quiero tus preguntas, porque no tendrán respuestas. Y desde ahora te advierto, y quiero que te quede muy claro: No quiero escuchar más tus gritos ni tus llantos, porque si los vuelvo a escuchar, te voy a hacer callar, pero a palos. ¿Quedó claro eso?

- Sí papá… - fue mi lúgubre respuesta – Haré lo que usted me diga.

- Bien. Me alegro de que aprendas rápido, así nos entenderemos mucho mejor – me dijo él complacido – Ah, y otra cosa que se me olvidaba… disfruta éstos años de liceo que te quedan, porque cuando los termines, no volverás a salir nunca más de aquí. No quiero que vuelvas a salir nunca más a ninguna parte, excepto si debo salir contigo a alguna parte. Aparte de eso, terminando el liceo, esta será la única cosa que conozcas. No habrá para ti nada más.

- ¿Por qué papá? – me atreví a preguntarle afligida - ¿Por qué me ya no me quiere? ¿Por qué me odia tanto? ¿Por qué me castiga así, si yo no le he hecho nada malo?

- ¡¿Qué te he dicho yo de hacer preguntas niña estúpida?! – me preguntó furioso y amenazando otra vez con abofetearme –

- Lo sé papá pero es que necesito saberlo – le dije angustiada – Necesito saber por qué me castiga para no hacer otra vez lo que esté haciendo mal… por favor…

- Bien, voy a decírtelo, así me ahorro de una vez por todas, todos tus lamentos y tus preguntas. – me dijo con expresión terminante – Mi respuesta a tu primera pregunta: No te quiero porque tú sólo resultaste un error para mí. Nunca he querido hijos. Y no te odio, sólo detesto lo parecida que eres a tu madre, es eso lo que más me irrita. Además, de haber tenido un hijo, hubiese preferido tener un varón no una mujer. Y en respuesta a tu última pregunta, en realidad sí te castigo. Pero no por haber hecho algo malo, sino porque desde ahora en adelante, Tú pagarás el abandono de tu madre. Te parecerá injusto, pero yo no lo veo así. Tú eres igual a ella en todo sentido, así que yo no me voy a arriesgar tener a otra descarriada más. Pagarás por ella, y harás todo lo que ella no hacía… así que vete preparando “hijita”, porque ya estás advertida. Y es mejor que sigas al pie de la letra todo lo que yo te ordene, sino quieres pasarla mal. Mira que… conmigo podrías tenerlo todo y nunca te faltaría nada. Ya está decidido, buenas noches.

No sabes lo que lloré esa noche… estaba devastada pero al menos sabía a lo que me estaba enfrentando y por qué. Y todo por el abandono de mi madre, y ¿Sabes? No puedo culparla… al principio intenté culparla de mi desgracia, pero al rato después lo pensé y supe, que si yo estuviese en su lugar, haría exactamente lo mismo.

Mi abuelita siempre me decía que mi madre era buena, pero que estaba demasiado confundida. Se culpó muchas veces por no haberla sabido criar como corresponde, y que según ella, conmigo no cometería otra vez ese mismo error. Y lo consiguió, con creces.

En fin, no voy a seguir dando la lata con eso mismo. Ahora ya sabes el motivo por el cuál mi padre me odia, y no sólo a mi… él terminó convertido en un ser misógino. Odia todo lo que tenga que ver con mujeres, a no ser que se consiga una a la cual pueda dominar y hacer que ella haga lo que él quiera. Aunque para serte sincera, no creo que necesite a otra, porque ese trabajo al fin y al cabo, lo hago yo.

Sé que es triste bebé… que la forma en que nos conocimos no fue la adecuada, recuerda que yo sólo puedo salir con él… y me tiene vigilada. No puedo arriesgarme a que te descubra. Sabes que prefiero mil veces todos sus maltratos a que él te llegue a tocar un sólo cabello… aún no puedo creer lo afortunada que he sido a pesar de todo mi sufrimiento. Porque lo que te he contado no es nada, comparado con lo que aún me hace falta por contar…

Como ya sabes, mi padre me obligó a vivir como su esclava y me aislaría del mundo cuando saliese de cuarto medio… pues bien, lo consiguió.

Intenté escapar de su opresión muchísimas veces. Lo único que conseguí fueron castigos cada vez más fuertes y violentos.

La primera vez que me descubrió intentando huir, me ató a la cama semidesnuda y descargó veinte correazos en mi cuerpo… aún tengo las cicatrices.

La segunda vez… la segunda vez decidió darme otro tipo de castigo… mucho más horroroso que unos cuantos correazos… esa tarde había tomado mucho y como siempre que se emborrachaba, pues, se ponía “Cariñoso”… esa tarde decidió que como yo ya estaba más grande, necesitaba tener compañía… y bueno él… él me violó… así de fuerte y de terrible.

Esa fue la primera de otras tantas veces en las que me buscaba, para saciar sus “Necesidades”… lo siento amor… sé que debo haberte desilusionado con todo esto. Me hubiese encantado que tu fueras la primera, aunque en cierto sentido sí lo eres. Verás, he sabido desde siempre que los hombres no me gustan. No es porque los odie, u algo por el estilo. Pero mi afinidad no está con ellos. Mientras estuve en el liceo, me gustaba una compañera… era preciosa, tenía mi misma edad, era un poco más baja de estatura que yo… era rubia… se llamaba Michelle… tenía parientes gringos así que ya tenía planes para cuando saliera del liceo, se iría a vivir a los Estados Unidos.

No estuve mucho tiempo con ella, y todo lo que tuvimos fueron besos y caricias, palabras bonitas. En resumidas cuentas, un simple amor de colegio que se acabaría una vez terminados nuestros estudios. Pero lo que duró lo aproveché amor. Al menos tenía una buena experiencia antes de ser recluida en mi nueva prisión… así que como te habrás dado cuenta, a excepción de lo que me hace mi padre, yo tampoco he estado con nadie… si de aquí, y al termino de esta larga carta, volvemos a encontrarnos… podré ser definitivamente tuya amor… te lo prometo.

Mi “Primera vez” con un hombre fue horrible… además del hecho ser mi padre con quién lo tenía, fue muy doloroso… yo lo sentí como si me hubiese metido un palo dentro de mi… y sangré…

Tuve que cambiar las sábanas dos veces porque no paraba de sangrar, pensé que me iba a morir desangrada, pero no fue así… incluso él estaba preparado para lidiar con algo como eso. Aunque pareciera imposible, así era.

Mi padre tiene un amigo muy cercano llamado Maximiliano González. Se conocen desde que estudiaban en el Instituto Comercial… este hombre luego de recibirse de contador, decidió cambiar su rumbo de las matemáticas a la medicina, por lo que estudió medicina en la Universidad de Valparaíso… después de años, se siguen viendo y es él a quién llama para que lo ayude cada vez que yo me enfermo.

Así evita costos innecesarios, y tener que llevarme a Urgencias para nada.

Fue él quién me atendió cuando comencé a sangrar después de aquél abuso.

Recuerdo a duras penas todo lo que me hicieron porque aparte del sangrado yo estaba sumida en una fuerte fiebre que me dejó por un par de días fuera de combate. Lo único que sentía eran pinchazos, muchos pinchazos.

Quería gritarles que ya no siguieran lastimándome, pero después supe que esos mismos pinchazos me salvaron la vida. Había dejado de sangrar y la fiebre me había dejado.

Pasé unos cuatro días recuperándome después de eso. Al principio me sentía mareada y sentía dolor cada vez que iba al baño, pero por fortuna aquello pasó pronto.

Desde ese día también, mi padre decidió ocultarme un poco más en la casa. No quería que nadie de afuera me viera, y además necesitaba tener un poco más de intimidad al momento de querer abusarme.

Por lo que comenzó a arreglar el sótano que tenemos en casa y transformarlo en mi nueva “Celda”.

Después de un tiempo de diversos arreglos, mi nuevo dormitorio estuvo listo. Mi padre había cambiado mi cama de madera por un camastro de fierro, con un colchón más pequeño y más delgado. La ropa de cama también cambió considerablemente de grosor y era más delgada. Todo a mí alrededor estaba adornado con barrotes. Casi no había luz, sólo una lámpara para alumbrar lo suficiente desde la cama al lavabo… porque aparte del dormitorio, también tenía mi propio baño… este estaba en una esquina del cuarto. Lo suficientemente lejos para evitar el hedor, pero lo bastante cerca para no tener que moverme demasiado. También tenía una letrina en donde poder darme una ducha, siempre con agua fría.

También me dejó una radio a pilas pequeña, y unas cuantas revistas. Le pregunté si podía pedirle algo más, para entretenerme, el estuvo a punto de golpearme, pero lo pensó mejor y aceptó. Le pedí lápices y un cuaderno para escribir, nada más. También me dio lo que quería.

Supongo que te parecerá extraño que describa todo mi sufrimiento tan crudamente, pero es lo que la costumbre y la poca cordura han hecho de mí… ésta es mi vida bebé, y he aprendido a vivirla. Sé que debo estar con más de un trauma, que si nos vemos de nuevo podrás notar. Pero el conocerte me ha hecho sobrevivir. El haberte visto esa sola vez, ha logrado que ni años de terapia psicológica puedan hacer: Darme esperanza.

Tú me diste un motivo para luchar bebé. Una fuerza para lograr salir de la prisión en la que estoy encerrada por tanto tiempo.

Gracias a ti no he enloquecido… porque después de todos esos abusos amor, he tenido consecuencias. Y esas consecuencias se transformaron en tres abortos y un hijo/hermano… y esto no fue hace mucho tiempo…

El primer embarazo con el consiguiente aborto, lo tuve a los diecinueve años. Dos años después de salir del liceo. Recuerdo esa noche horrible con demasiada claridad. Después de uno de sus acostumbrados abusos, a la semana siguiente comencé a sentirme mal. Me la pasaba con muchas náuseas y mareos. Vomitaba todo lo que comía y no soportaba el olor a comida. Mi padre notó mis síntomas y llamó a su amigo. Él confirmó el embarazo. Al principio mi padre quería que yo lo abortara, pero su amigo le dijo que eso era demasiado riesgoso, que para eso tenía que llevarme a una clínica y que hacerlo en casa tampoco era prudente. Así que tras pensarlo mi padre decidió que yo siguiera con el embarazo, y que cuando me tocara la hora de dar a luz, daría a mi bebé en adopción. Y haría lo mismo cada vez que yo quedase embarazada.

Así pasaron los meses. Mi guatita iba creciendo cada vez que pasaban los meses… pero no llegué a término.

Eso pasó dos meses antes de dar a luz. Una noche tormentosa, típica de telenovela. Me había despertado con un dolor horrible en el vientre que casi no podía soportar. Grité hasta que llegó mi padre y exigió saber el motivo de mi escándalo. Le conté que me dolía y al principio no me creyó. Sólo hasta que vio la sangre en las sábanas se dio cuenta que no mentía y de que lo que pasaba era grave.

Así que sin perder más tiempo, llamó a su amigo y él le dijo que era un aborto, además de que tenía que llevarme al hospital lo más pronto posible. Esa vez, y las dos veces siguientes fueron las únicas que pasé “En libertad”, al menos por un tiempo.

Para mi desgracia ninguna de esas veces pude escaparme. Él me tenía bajo vigilancia día y noche, le había pagado a unos tipos para vigilarme de que no intentara nada estúpido. Y luego de saber que no correría ningún peligro, volvía otra vez a mi prisión… sin mi hijo…

Al principio caí en una depresión muy fuerte, al menos me pasó con los dos últimos abortos… pero al final me convencía de que era mejor así. No quería traer al mundo a un hijo que tuviera problemas, menos a un hijo/hermano porque no podría hacerlo sufrir como yo sufría. Así que esos abortos a pesar de haber sido dolorosos tenían su lado positivo.

O eso creía hasta la última vez. Había vuelto a quedar embarazada, esta vez a los veinticinco años. Mi padre también dejó que el embarazo siguiera su curso, y esa vez si llegó a término.

Me tuvieron que hacer una cesárea, y aunque me la hicieron en casa, no pasó nada malo. Me abrieron la guatita como filete y me dejaron una cicatriz horrible, pero a pesar de eso, pude dar a luz a un niño precioso. Jamás lo odié. No podría odiar a un ser inocente que no pidió ser traído al mundo de la forma en la que lo hizo… y yo tampoco la tengo.

Pero él mucho menos que yo… y darlo en adopción ha sido lo más difícil que hecho en mi vida, porque a pesar de todo sigue siendo parte de mí… y no puedes imaginarte lo más que me hace amarte por el hecho de tú también seas adoptada cariño… casi puedo ver ti a mi niño… sólo espero y le ruego a Dios que cómo tú, él haya podido dar con una buena familia, que lo quiera y lo proteja, y le dé todo lo que yo no pude darle.

Luego de aquél embarazo, mi padre decidió que ya no quería tener que lidiar con más bastardos ni abortos, por lo que me obligó a tomar pastillas anticonceptivas todos los meses. Gracias a eso puede hacerme lo que quiera…

Hay veces que es tan insistente que yo tengo que fingir… y además de eso aguantarme porque sus abusos cada vez me duelen más. He llegado al extremo de tener que suplicarle que ya no lo siga haciendo porque me duele demasiado… es vergonzoso amor, pero es insoportable.

Como él no quería hacerlo, le dije que le haría otra cosa que quisiera, cualquier otra cosa menos eso. Supongo que su mente retorcida asimiló esa idea y le gustó mucho más.

- Quiero que hagas todo lo que yo te ordene, porque de ahora en adelante ya no estaré más solo – me dijo él complacido – Para tú información tengo una nueva pareja. Me gusta mucho y planeo traerla a vivir a esta casa. Por esa razón yo necesito que subas y dejes la casa limpia e impecable cuando nosotros lleguemos. No te quiero ver en los alrededores, así que apenas sientas el auto llegar vuelvas aquí. Lo mismo pasará en la mañana y por las tardes. Ella no te puede ver por ningún motivo. Y si haces algo extraño, como llamar su atención o algo por el estilo, atente a las consecuencias, porque de la paliza que te voy a dar no te salva nadie, ¿Entendido?

- Entendido papá… - le dije entristecida – No te preocupes por mí, ella ni siquiera me sentirá.

Bueno al menos eso era lo que yo intenté. Pero así y todo la mujer, que me enteré se llamaba Rosana, si me sintió, o al menos sintió que había alguien más aparte de mi padre, una noche que sin querer, rompí un plato mientras lo estaba lavando.

Yo soy bien cuidadosa en ese sentido así que fue sin intención alguna. Estaba lavando la loza y cuando iba a coger uno de los platos para lavarlo, simplemente se me resbaló y cayó al suelo estrepitosamente. Sentí ruidos en el dormitorio de arriba, seguidos de la voz de mi padre diciéndole a Rosana que iría a ver qué ocurría.

Sólo con ver la cara de furia de mi padre, pude dimensionar recién la veracidad de sus palabras. Lo único que hizo fue cogerme del brazo con brusquedad, y llevarme al sótano a trompicones. Una vez allí me ató a la pared de muñecas, tobillos y cadera con unas cadenas. Y me arrancó lo que me quedaba de ropa con una furia implacable.

Luego me amordazó para que no gritara y esta vez me pegó veinte latigazos… no contento con eso, descargó su puño en mi estomago un par de veces lo que hizo que me doblara de dolor. Terminó cogiéndome del cabello y en un susurro me dijo: “Después no digas que no te lo advertí”. Lo vi irse después de oír esas palabras, y me dejó así atada, amordazada y sangrando por todas partes…

Yo aún no sé cómo conseguí sobrevivir a esa tremenda paliza… no muchos se salvan… pero yo pude hacerlo.

Parecía como si a pesar todo, aún quedara en mí una vena de supervivencia. Algo mucho más fuerte que mis deseos de morir me ataba aún a esta vida miserable. Sólo cuando te conocí, supe que esa razón eras tú.

Con aquella misma fuerza conseguí liberarme de mis ataduras. A duras penas llegué a la letrina, y dejé que la ducha de agua fría limpiara la sangre de mis heridas. De esa misma manera pude curármelas y me inyecté un calmante para poder pasar la noche sin tanto dolor.

Y esa noche también decidí que ya no quería seguir más encerrada. Necesitaba idear un plan para escapar de aquél infierno… y al ver mi cuerpo herido di con la solución.

Mi plan era simple. Tenía que dejarme ver. Para eso usé hábilmente un cuchillo para violar la cerradura de mi puerta. Logré ocultarlo mientras estaba en la cocina y mi padre ni siquiera lo notó. Lo tenía guardado para esa ocasión. Cuando logré salir de mi celda subí la escalera y aparecí de repente en el dormitorio de mi padre. Los vi a los dos durmiendo juntos. Así que sin perder tiempo hice un poco de ruido y éste despertó sorpresivamente a Rosana, que cuando me vio en harapos y herida, no pudo evitar gritar del susto.

Cuando mi padre me vio no podía creerlo. Era la primera vez que lo veía tan asustado. Desde ese momento supo que su perverso jueguito se había terminado. Más aún cuando le dije toda la verdad a Rosana entre gritos… mi padre no podía negar nada porque las heridas de mi cuerpo no mentían.

Una vez que Rosana se hubo calmado un poco se apiadó de mi estado miserable y me ayudó. Ella misma llamó a una ambulancia y al poco rato me llevaron a Urgencias. Pero no fue sólo la ambulancia la que apareció en casa, sino también la policía. Ellos descubrieron mi celda y se llevaron detenido a mi padre. Rosana se separó de él definitivamente y ya más nunca la volví a ver.

Pasé unos días en el hospital recuperándome. El problema sería encontrar otro lugar dónde vivir. Aunque eso no me preocupó mucho, ya que una asistente social del hospital me derivó a un hogar de acogida. Era de ancianos, y me atendían gratis así que una persona más joven no iba a ser problema.

Este es mi nuevo hogar momentáneo… y coincidentemente queda muy cerca de tú casa bebé, en la calle Orella, cerca de la Facultad de Medicina de la U de Valparaíso… supongo que fue el destino el que nos juntó amor…

Porque esa vez que te vi en el Consultorio de Especialidades no fue la primera vez que te vi. La primera vez fue cerca del hogar de ancianos. Yo iba bajando a mi control con la doctora en el Consultorio, y tú ibas caminando por esa misma dirección. Recuerdo haberte visto muy contenta. Ibas con tu bastón y unos audífonos de lo que después descubrí era un Mp3… yo ni siquiera sabía que era eso. Todavía recuerdo tu cara de sorpresa cuando te conté que no sabía usar una computadora, ni que era el Internet, menos que era un Pendrive…

Y a pesar de todo lo maravilloso que me contaste sobre la tecnología, no me interesó nada que tuviera que ver con computadores, tampoco el internet, pero sí la música…

Por eso el Mp3 que me regalaste aún lo sigo conservando.

Cuando te vi en el consultorio bebe, supe que era tú mi motivo. Eras tú la persona por la que tanto recé… por eso ahora que estamos peleadas estoy tan devastada…

Te necesito amor. Te necesito más de lo que pudieras imaginarte… necesito que estemos juntas, porque ya no soporto estar más tiempo sola. Por favor hablemos… déjame que te explique el motivo de mi alejamiento. Y te vuelvo a decir mil veces si es necesario, no he estado con nadie. Porque no necesito a nadie más en mi vida si tú estás en ella.

Te quiero para siempre…

Y siempre tuya…

JEN…

Después de dejar la carta en la casa de mi niña, volví al hogar de ancianos. Allí tenía un dormitorio privado, alejado de las demás abuelitas en el segundo piso. Tenía el privilegio de tener visitas fuera de la hora del reglamento, pero sólo hasta las nueve y media. Toda la ropa y las cosas que tenía eran donadas, cosa que agradecí mucho. Mi padre sigue en prisión donde lo condenaron a quince años de cárcel… quince años por los trece que me tuvo encerrada, tal vez no sea tanto, pero es lo suficiente para que sepa lo que yo tuve que vivir.

Mi problema con mi niña fue un simple mal entendido. Resulta que yo hace poco conseguí un trabajo gracias a la asistente social del hospital que se ha transformado en una especie de tutora. Se llama Sandra Araya, y tiene cuarenta y tres años. Es casada y tiene dos hijos. Recuerdo que se emocionó hasta las lágrimas cuando supo mi historia y desde ese día se ofreció ayudarme un poco más personalmente que sólo por trabajo. Ella me ha apoyado mucho. También debo recibir terapia sicológica tres veces por semana, eso en el Consultorio de Plaza Justicia.

Volviendo a lo de mí trabajo. Estoy de mesera en un restaurante de la plaza Victoria… y allí tengo una compañera que es un poco entrometida y una vez le dijo a mi niña que yo no la podía atender porque estaba ocupada con una clienta que era “Muy especial”. Por supuesto que mi niña se pasó un montón de películas al respecto. Creyó que la estaba engañando cosa que nunca sucedió, pero no me creyó. Por lo que discutimos muy fuerte y ella terminó marchándose del restaurante muy dolida y furiosa.

Intenté muchas veces hablar con ella pero ni siquiera me hacía caso. Le pedí que habláramos pero ella no estaba por la labor… así que no me quedó más remedio que escribirle una larga carta contándole un poco de mi historia.

Tal vez eso la conmueva y la haga hablar conmigo… han pasado unas horas y no he sabido nada de ella. Tal vez mi historia no la conmovió como esperaba o aún sigue muy enojada…

Estaba pensando en eso cuando de pronto tocan a la puerta… mi sorpresa es mayúscula cuando la veo parada al otro lado, con cara de tristeza y mi carta en su mano.

- Bebé yo no hice nada… te lo ju…- no me dejó terminar la frase porque me hizo callar con uno de sus apasionados besos. Sé que ese beso significa que me creyó a pesar de todo y que ya no está más enojada conmigo.

- Fui una imbécil amor lo reconozco – me dijo ella emocionada – Sabes que soy un poco lenta de cabeza, así que tendrás que perdonar mi arranque de celos… pero más me tendrás que perdonar el haberte obligado hablar de tu pasado cariño… nunca me imaginé que fuera tan doloroso. ¿Cómo pudiste soportar todo ese sufrimiento sin volverte loca amor mío?

- No lo sé bebé – reconocí entristecida – Sólo sabía que no debía dejarme abatir por esa tortura, porque tarde o temprano acabaría… resistí porque algo me ataba a la vida con fuerza, y ahora sé que ese algo… eres tú…

- ¡Amor! – exclamó emocionada y volvió a besarme apasionadamente. Dejé que lo hiciera con todo el gusto del mundo. Pero lo que me estaba preocupando en ese momento es que por su pasión desbordada, quería llegar a algo más y yo estaba aterrada…no porque no quisiera hacer el amor con ella, sino por el hecho de no gustarle físicamente… con todas las heridas que sufrió mi cuerpo quedaron cicatrices tan horribles que hasta yo detesto.

- Amor, por favor detente – le pedí en tono suave pero nerviosa – Antes de que sigas besándome… necesito advertirte que tal vez no te guste mucho lo que veas. No te culpo si te da asco, porque hasta a mí me molesta, pero para mí sería demasiado doloroso ver esa reacción en tu rostro… por favor no lo hagas cuando me veas, ¿Ya?

- ¿Lo dices por tus cicatrices verdad? – me preguntó ella con voz suave sonriendo a lo que yo simplemente asentí con la cabeza – Bueno, tengo que decirte que no me molestarían amor porque yo también tengo algunas. Así que no tengas miedo cariño, yo no voy a hacer nada que tú no quieras, te lo prometo.

Me lo dijo con una expresión tan seria que no pude no creerle.

- Bueno, si estás segura. – le dije en tono serio pero suave – bien… entonces hazlo bebé, desnúdame…

Y eso fue exactamente lo que hizo… teníamos tiempo de sobra porque le permitieron quedarse a dormir conmigo sólo por una noche, así que lo hizo despacio… se tomó su tiempo y eso me estaba volviendo loca. Necesitaba mirar su rostro para saber si le asqueaba o no…estaba muy angustiada por eso.

Cuando por fin quede desnuda delante de ella, pude ver en su rostro que no mentía… pero que a la vez me sorprendió muchísimo. Estaba llorando. Algo que nunca pensé ver en nadie. Estaba mirándome emocionada y con lágrimas en sus ojos… parecía haberse shock, sin habla y en realidad ni siquiera sabía por qué.

- Eres hermosa cariño – me dijo ella emocionada – Eres la persona más bella que he conocido en mi vida corazón… y ahora que puedo ver tu cuerpo herido al saber todo lo que sufriste te amo mucho más… te amo y deseo demostrártelo mi vida… necesito demostrártelo.

Sus lágrimas y sus palabras me hicieron llorar y me dejaron esta vez a mí sin habla. Sólo atiné a decir que sí con mi cabeza y a disfrutar del amor que tantas veces me fue negado.

Fue una noche muy especial, porque era la primera vez de ambas… lo único que estuvo a punto de embarrarnos la noche fue un repentino dolor que me atacó el centro cuando ella me penetró con los dedos. Desde los abusos de mi padre nunca pude eliminar por completo ese trauma…

- Detente bebe, por favor no sigas… ay… - le pedí afligida y avergonzada – Me duele mucho amor… cada vez que siento tus dedos dentro de mí, duele… perdóname…

- Esta bien amor no te preocupes – me dijo ella con suavidad acariciando mi cara – Sé por qué te duele amor… es una de las secuelas que te quedaron de los abusos que sufriste. No tienes que pedirme perdón por eso.

- Pero es que tú querías… - no sabía como decirlo de la angustia que sentía – Tú querías sentirme y yo no puedo complacerte… perdóname, bebé. Por favor, perdóname…

- No me vuelvas a pedir perdón por eso amor – me dijo ella emocionada tapando mis labios con sus dedos – Ya te dije que lo comprendo y no voy a hacer nada que te duela, recuerda que te lo prometí, ¿Vale? Yo volví asentir con la cabeza. Bien, ahora voy hacer algo que no he hecho antes así que tendrás que disculparme si hago algo mal, recuerda que también es mi primera vez.

Volví a dejarme llevar por sus palabras, y esta vez simplemente comenzó de nuevo. Sentí cuando sus besos empezaron por mi cuello y no pude evitar la consecuente piel de gallina…volvieron a bajar por mis pechos y allí se quedaron por un rato, paladeando, succionando… sentía los pezones rígidos y doloridos, y sabía que lo único que calmaría ese ardor sería su lengua y su boca… y no me defraudó…

Más aún cuando sus caricias se volvieron más intensas. Caricias que sentí por todo el resto de mi cuerpo y me llenaba el centro de humedad… nunca me había sentido así antes. Al menos los abusos de mi padre jamás lo consiguieron.

Pero ella… desde esa noche supe que no podría vivir sin ella. Sin sus caricias ni sus atenciones… sin el amor que me demostraba una y otra vez tanto con palabras como con acciones.

- Por Dios Jen, esto tengo que decirlo… - me dijo ella en tono provocativo – Qué húmeda estás… no me digas que toda esta humedad es por mí…

- Sólo por ti amor, por nadie más… - logré decir a duras penas – Esto es lo que tú me haces bebé, por favor no te detengas… te necesito demasiado, por favor…

- Tranquila amor… sólo déjate llevar – me decía ella en voz ronca – Has sufrido demasiado, por eso yo ahora sólo quiero amarte cariño… te amo…

Yo a penas pude responderle un Te amo de vuelta porque me sentía demasiado acelerada, su lengua y sus dedos estaban haciendo maravillas en mi clítoris y no quería parara. Sentía que reventaría de un momento a otro. Estaba muy a punto y ella lo sabía… por lo que tomó ventaja y bajó el ritmo de sus caricias. Era una tortura… pero placentera.

- Ya no me tortures más bebé, te lo ruego – le pedí con voz ahogada – Sabes que te necesito, no me hagas esperar más… ay… no voy a aguantar… por más tiempo…

Mis súplicas surtieron efecto, porque al rato sentí el aumento de sus caricias y mis caderas no pudieron evitar empujar contra sus dedos que sentí esta vez dentro de mí, curiosamente sin dolor… tampoco pude evitar gemir cada vez más intensamente, era demasiado cuando por fin sentí la descarga quedé como bolsa…. Me puse rígida por un momento y las oleadas de placer me atacaron una tras otras sin piedad. Su amor y el intenso placer me hicieron llorar y terminé temblando entre sus brazos.

Luego subió para besarme y me abrazo.

- Yo te sostengo amor – me dijo ella en tono suave acariciando mi cara – Yo te sostengo…

Al rato siguiente conseguí que mi corazón dejara de latir desbocado en mi pecho y mi respiración volvía a ser normal. Aún así Marite, parecía asustada.

- ¿Estás bien amor? – me preguntó preocupada - ¿Te hice mucho daño?

- No bebé, todo lo contrario, fue maravilloso – le dije mirándola a los ojos emocionada – Jamás creí que hacer el amor fuese tan intenso… si hasta lloré… nunca había llorado de placer antes. Incluso, me da hasta vergüenza decirlo, nunca había tenido un orgasmo antes… los abusos de mi padre… lo único que me traían era dolor, no podrías imaginártelo cariño. Era tan asqueroso… por eso cuando sentí al principio tus dedos dentro, me dolió tanto. Pero luego… no sé qué fue lo que me hiciste pero terminé necesitándolos… quería sentirte lo más intensamente posible amor, por eso los músculos de mi sexo aferraron tus dedos con tanta fuerza…te necesitaba demasiado.

- Si lo sentí amor… y eso me hizo demasiado feliz – admitió ella emocionada – Yo no me creía capaz de complacerte porque no tengo experiencia en esto… sólo me dejé guiar por lo sentía por ti, y creo que el instinto hizo el resto.

- A mi me pareció que tenías un poco más de práctica de lo que dices bebé – le dije sonriendo emocionada – Porque sabías muy bien como y donde tocarme para volverme loca… ¡Si hasta te supliqué… qué vergüenza!

- Bueno en realidad si he practicado… conmigo misma. – me dijo con toda la naturalidad del mundo y eso me hizo reír.

- Entonces tienes que enseñarme bebé – le dije decidida – Quiero saber como complacerte-.

- Bueno, si empiezas con unos cuantos besos… vas por buen camino – me dijo en tono tierno – El resto pues se lo dejas al amor y al instinto, sabrán como guiarte.

- Y tenemos todo el tiempo del mundo, ¿Verdad? – le pregunté emocionada-.

- Sí amor, todo el tiempo del mundo – me dijo ella con la misma emoción junto con un beso – Te amo.

- Y yo más…

Fin